N’España, na d’enantes, teníemos cinco Pasques, cuatro d’elles,
les relixoses, Natividá, Epifanía, Resurrección y Pentecostés, tán un pocoñín
de capa cayida na so parte fondera, quedando el llau profanu d’algunes como
alcordanza cabera de lo que ye’l viaxe, a nun se sabe ónde, de toa una sociedá;
pero, afortunadamente, polo que me toca, aínda mos queda la quinta.
La Pascua Militar, un actu que se vien celebrando dende va yá
más de doscientos años, tres la recuperación de la islla de Menorca en 1782 de
manos de los ingleses, que la habían ocupado, como Gibraltar, aprovechándose de
su condición de aliados de uno de los contendientes en nuestra Guerra de
Sucesión, fue instaurada para recordar esa jornada por el rey Carlos III, y así hasta hoy, todos
los 6 de enero, fecha de la Toma de Menorca.
Es un acto muy reglado, en el que las piezas principales son
los discursos de Su Majestad el Rey, y del ministro de turno del ministerio de
Defensa, pero también los prolegómenos, con la parada militar, dan lo suyo. Un
acto militar en el que esta año se ha podido ver, de nuevo, al desaparecido
JEMAD, al que parece que tras los sucesos valencianos le cueste someterse a la
observación de cámaras y público.
De las palabras del Rey, aparte de las dedicadas a nuestra
futura reina, que en breve se embarcará en El Elcano en un periplo semestral,
me quedo con las que calificó a la operación de Valencia como la de mayor
envergadura logística llevada a cabo por nuestras Fuerzas Armadas en territorio
nacional, algo que me obliga, una vez más, a preguntarme ¿por qué no se declaró
la Emergencia nacional, y se encargó a ese JEMAD y su Mando de Operaciones de
la responsabilidad operativa de rescate y recuperación de estructuras y
personas?
De parte de la señora ministra pocas sorpresas hubo, puesto
que fue el agradecimiento y ensalzamiento de nuestras tropas desplegadas en
Valencia la parte más notoria; algo que cabía esperar de alguien experta en el
uso de la palabra, herramienta que maneja con parquedad pero con soltura, salvo
alguna salida de tono cuando el barro la salpica; si bien en esta ocasión, sus
elogios, obligados, suenan a impostados, si tenemos en cuenta que en la víspera
las asociaciones de militares han sacado un comunicado poniendo de relieve las
condiciones “laborales” en las que nuestros militares trabajan en Valencia,
tanto en alojamientos, horarios o viáticos; además de las condiciones generales
del oficio, con especial recuerdo a la no condición de profesión de riesgo. Ye
lo que hay.
Al final, la Pascua militar puede acabar siendo una pascua.
Raúl Suevos
A 6 de enero de 2025
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